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En el Día de las Escritoras recordamos a Simone Weil que perteneció a las Brigadas Internacionales

Miguel Gila - Chistes gráficos - Analfabetos

SE PROHÍBE LA ENTRADA A LOS ANALFABETOS -¿ES QUE NO SABE LEER? (Viñeta de Miguel Gila en Hermano Lobo 14-04-1973)

Hoy se celebra por primera vez el Día de las Escritoras, una conmemoración iniciada en España para recuperar el legado de las mujeres escritoras, y así hacer visible el trabajo de las mujeres en la literatura y combatir la discriminación que han sufrido a lo largo de la historia. La celebración, de carácter anual, se convoca el lunes siguiente a la fecha del 15 de octubre, festividad de Teresa de Jesús.

La niciativa de crear El Día de las Escritoras parte de la Federación de directivas y empresarias, la Biblioteca Nacional y la Asociación Clásicas y Modernas.

Simon Weil, escritora, filósofa que formó parte de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española

Simone Weil

Simone Weil (1909 – 1943)

En un día como el de hoy «Día de las escritoras» me gustaría recordar a Simon Weil, una mujer muy comprometida socialmente y que por desgracia nos dejó demasiado pronto, pues nació en París el 3 de febrero de 1909 y falleció en Ashford, Gran Bretaña, eel 24 de agosto de 1943, en plena II Guerra Mundial.

El motivo de elegir a esta escritora y filósofa, en este Día de las Escritoras, es porque me condujo a ella el conocer la vida y época de nuestro querido Miguel Gila.

Simón Weil además de ser una de las tres mujeres filósofas más importantes nacidas a comienzos del s. XX, junto con María Zambrano y Hannah Arendt, fue la que estuvo más implicada en poner en práctica sus ideales de educación y de justicia para intentar lograr una humanidad más sabia y más libre.

Su compasión por las condiciones esclavizantes de los trabajadores y su rebelión contra la ignorancia y la injusticia del orden social imperante, la hacían estar muy por encima de cuantos solo hablaban de teorías. Ningún intelectual de izquierdas, a cuyos líderes comenzó admirando, había intentado antes que ella experimentar la vida cotidiana de los obreros, su tristeza, su desesperación, su cansancio y sus angustias vitales.

Su vida fue una continua ofrenda de puro amor hacia los demás

Una mujer que por su condición de nacimiento podía haber permanecido rodeada de algodones, tras cursar sus estudios de filosfía y literatura clásica con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, y que comenzó su carrera docente en diversos liceos, veremos como sin embargo acabó eligiendo una vida dura y sin privilegios, impulsada por su gran sensibilidad hacia los más débiles, lo que le valdría el apodo de «la santa roja».

Al comienzo de los años treinta partió por unas semanas a Alemania y a su regreso escribió algunos artículos donde expresó con lucidez hacia dónde se dirigía Alemania. A los veintitrés años de edad fue transferida del liceo donde trabajaba por encabezar una manifestación de obreros cesantes. Los problemas con los superiores de los liceos se sucedían, por cuestiones políticas y de metodología docente, lo que significó que una y otra vez fuese transferida de liceo.

Conoció a León Trotsky en París, con quien discutió sobre la situación rusa, Stalin, y la doctrina marxista.

Durante el curso 1934-35, deseosa de conocer de primera mano la realidad del mundo de los trabajadores, renunció a su cátedra de Filosofía, en donde tenía asegurada una brillante carrera, para entrar a trabajar en una fábrica de la compañía eléctrica Alsthom. Weil ejemplifica lo que es llevar la teoría a la práctica. Primero publica un libro de re­flexiones sobre el marxismo. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social (1934), y después deja la enseñanza para

Allí experimentó, como una operaria más, las durísimas condiciones de vida de los obreros de los años treinta.

«Allí recibí la marca de la esclavitud como la marca de hierro al rojo vivo que los romanos ponían en la frente de sus esclavos más despreciados».

Esta experiencia le produjo una fuerte conmoción interior que le cambió la vida, y que la condujo a una serie de experiencias místicas que la acercarán cada vez más a la figura de Cristo, al que admiraba profundamente como Dios que se ofrenda por la salvación de la humanidad.

Tras un viaje a Portugal junto a sus padres, en el que observó una procesión de pescadores haría la siguiente reflexión:

«Allí tuve de repente la certeza de que el cristianismo es por excelencia la religión de los esclavos, de que los esclavos no podían dejar de adherirse a ella, y yo me sentí entre ellos»

Pacifista radical, luego sindicalista revolucionaria, finalmente llegará a pensar que sólo es posible un reformismo revolucionario:

Los pobres están tan explotados que no tienen la fuerza de alzarse contra la opresión y, sin embargo, es absolutamente imprescindible que ellos mismos tomen la responsabilidad de su revolución. Por eso es necesario crear condiciones menos opresivas mediante avances reformistas para facilitar una revolución responsable, menos precipitada y violenta.

Sindicalista en la educación, se mostró a favor de la unidad sindical y escribió en la revista La escuela emancipada. Anti-estalinista, participó desde 1932 en el Círculo comunista democrático de Boris Souvarine a quien había conocido a través de Nicolás Lazarévitch.

Simone Weil - Brigadas Internacionales  - Guerra Civil Española

Simone Weil – Brigadas Internacionales – Guerra Civil Española

En su coherencia de luchar por una vida mejor para todos, y aunque la guerra era para ella el peor de los males, consideró que cuando ya no se puede impedir, cada cual debe tomar parte en esa calamidad con el grupo al que pertenece, y decidió venir a España para luchar contra el fascismo, formando parte de las Brigadas Internacionales. Durante unas vacaciones, contacta con libertarios catalanes y en agosto del 36 llega a España y se alista como brigadista formando parte de la famosa por su valentía Columna Durruti, fue periodista voluntaria en Barcelona, y se incorporó a los combatientes armados en Aragón. Tras sufrir un accidente regresó a París.

El único icono de la Historia en que un místico lleva un arma”, diría José Jiménez Lozano de una fotografía en la que Weil aparece con el mono y el gorro de los anarquistas y el fusil en bandole­ra.

Un alma tan sensible como la de Simone Weil se ve de nuevo muy marcada negativamente por  la guerra. Las armas y la muerte provocaron en ella un gran sufrimiento, llegando a pronunciarse en contra de cualquier enfrentamiento bélico por ser opuestos a la consecución de la justicia y la libertad humanas. Sufre una herida y vuelve a París.

A partir de entonces Simone Weil se hizo más independiente y liberal en sus posturas políticas, sin abandonar sus ideales ni su sentido del humor. A pesar de sus frecuentes jaquecas y su delicada salud, su fuerte personalidad se fue haciendo cada vez más calmada y dulce.

Al comenzar la II Guerra Mundial su familia huyó a Estados Unidos y ella, a pesar de lo que sufrió en la Guerra Civil de España, decide ir a Gran Bretaña con el objetivo de unirse a la resistencia encabezada por el General Charles de Gaulle, pero sólo consiguió trabajar como redactora en los servicios de Francia Libre, donde se le encarga que escri­ba propuestas e informes sobre cómo podría encauzarse la reconstrucción de la sociedad francesa una vez se logre derrotar a los alemanes. Esos textos, desechados por utópicos, serían rescata­dos años después por Albert Camus, que los recopilaría en el libro Echar raíces. En julio de 1943 dejó de pertenecer a esta organización.

Simon Weil

Simone Weil, una mujer comprometida socialmente y con sentido del humor.

Finalmente enferma de tuberculosis, y debido a su solidaridad con los franceses en el frente, decide no probar más alimento que el que comía la población, esto hace que enferme de gravedad y que muera en el sanatorio de Ashford en agosto de 1943, con tan solo 34 años.

Hay una carta en el periódico «Diario de España» dirigida a Georges Bernanos, escritor francés que en un principio apoyó a los militares rebeldes en la Guerra Civil Española, y que finalmente se desengañó y denunció los horrores que cometió el bando fascista, que realmente merece la pena leer completa. De esa carta hay un párrafo que me resulta realmente llamativo, y con el que me identifico totalmente:

Yo no soy católica, aunque —lo que voy a decir parecerá presuntuoso a cualquier católico, dicho por un no católico, pero no me puedo expresar de otra manera— nada católico, nada cristiano me haya parecido nunca ajeno. A veces me he dicho que si se fijara a las puertas de las iglesias un cartel diciendo que se prohíbe la entrada a cualquiera que disfrute de una renta superior a tal o cual suma, poco elevada, yo me convertiría inmediatamente.

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La filosofía de Simon Weil es difícil de clasificar, pues es una buscadora insaciable de la verdad, que intuye oculta detrás de todo lo que percibe, y persigue desesperadamente la unión mística con un Dios al que se siente pertenecer, y que concibe como un Todo Único, por encima de todas las creencias.

Albert Camus llegó a afirmar que Simone Weil era “el único gran espíritu de nuestro tiempo”.  Según Jiménez Lozano en esta mujer “queridísima e irritante”, se unen la filósofa de lógica rigurosa y casi geométrica, la activista sindical, la combatiente anarquista y la mística cristiana, sin serlo.

Simone Weil se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a la mediocridad cultural, un ejemplo de coherencia entre pensamiento y vida, de conciencia crítica de una sociedad injusta y un referente obligado para los creyentes sin Iglesia.

Reflexiones de Simone Weil

Pacifista radical, luego sindicalista revolucionaria, finalmente llegará a pensar que sólo es posible un reformismo revolucionario:

  • «El primer deber que nos impone el periodo actual es tener bastante coraje intelectual para preguntarnos si el término “revolución” es algo más que una palabra, si tiene un contenido preciso, si no es simplemente uno de los numerosos engaños que ha suscitado el régimen capitalista en su desarrollo y que la crisis actual nos hace el servicio de disipar. Esta cuestión parece impía, a causa de todos los seres nobles y puros que han sacrificado todo, inclusive su vida, a esta palabra. Pero sólo los sacerdotes pueden pretender medir el valor de una idea por la cantidad de sangre que hace correr.»
  • “Desde el momento en que el crecimiento del partido constituye un criterio del bien, se sigue inevitablemente la existencia de una presión colectiva del partido sobre el pensamiento de los hombres. Esa presión se ejerce de hecho. Se muestra públicamente. Se confiesa, se proclama. Nos horrorizaría, de no ser porque la costumbre nos ha endurecido.”
  • “Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos.”
  • “La herencia del Terror, por un lado, y la influencia del ejemplo inglés, por otro, instalaron a los partidos políticos en la vida pública europea. El hecho de que existan no es motivo suficiente para conservarlos … El mal de los partidos políticos salta a la vista…. «Un buen árbol jamás dará malos frutos, ni un árbol podrido buenos frutos»”
  • “La supresión de los partidos sería un bien casi puro. Es eminentemente legítima en principio, y en la práctica solo parece susceptible de efectos buenos.”
  • “Las soluciones no son fáciles de concebir. Pero es evidente, tras un examen atento, que cualquier solución implicaría en primer lugar la supresión de los partidos políticos.”
  • “Los partidos hablan, cierto es, de educación de los que se les han acercado, simpatizantes, jóvenes, nuevos adherentes. Esa palabra es una mentira. Se trata de un adiestramiento para preparar la influencia mucho más severa que el partido ejerce sobre el pensamiento de sus miembros.”
  • “Los partidos son organismos públicos, oficialmente constituidos de manera que matan en las almas el sentido de la verdad y de la justicia.”
  • “Para valorar a los partidos políticos según el criterio de la verdad, de la justicia, del bien público, conviene comenzar discerniendo sus características esenciales. Se pueden enumerar tres:
  1. Un partido político es una máquina de fabricar pasión colectiva.
  2. Un partido político es una organización construida de tal modo que ejerce una presión colectiva sobre el pensamiento de cada uno de los seres humanos que son sus miembros.
  3. La primera finalidad y, en última instancia, la única finalidad de todo partido político es su propio crecimiento, y eso sin límite.

Debido a este triple carácter, todo partido político es totalitario en germen y en aspiración. Si de hecho no lo es, es solo porque los que lo rodean no lo son menos que él.”

  • “Pero de hecho, salvo raras excepciones, un hombre que entra en un partido adopta dócilmente la actitud de espíritu que expresará más tarde con estas palabras: «Como monárquico, como socialista, pienso que…». ¡Es tan cómodo! Porque no es pensar. No hay nada más cómodo que no pensar.”
  • “Si un hombre, miembro de un partido, está absolutamente decidido a ser fiel, en todos sus pensamientos, tan solo a la luz interior y a nada más, no puede dar a conocer esa resolución a su partido. Entonces se encuentra respecto del partido en estado de mentira.”
  • “Un hombre que se afilia a un partido seguramente ha percibido, en la acción y la propaganda de ese partido, cosas que le han parecido justas y buenas. Pero jamás ha estudiado la posición del partido respecto a todos los problemas de la vida pública. Al entrar en el partido, acepta posiciones que ignora. De esa manera somete su pensamiento a la autoridad del partido.”

Texto creado a partir de:

Intercambio de libros

Hay una maravillosa iniciativa en el Centro Conde Duque, que no me resisto a comentaros y es el intercambio de libros escritos por mujeres. En su vestíbulo principal a partir de hoy lunes  17 de octubre, Día de las Escritoras, y hasta la celebración del festival Ellas Crean en marzo de 2017, el centro ofrece al público lector una selección de títulos escritos por mujeres.

Los ejemplares han sido donados por la Biblioteca Histórica, la Imprenta Municipal y la Red de Bibliotecas Públicas del Ayuntamiento de Madrid, así como por la editorial Penguin Random House y la elección de temáticas, estilos y épocas no dejará indiferente al ávido lector que quiera acercarse a Conde Duque.

Al igual que en anteriores ediciones, para mantener vivo el intercambio, se anima al público a traer siempre un ejemplar que intercambie por el libro que escoja llevarse a casa.

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