14 de abril de 1931
Miguel Gila en su autobiografía nos cuenta cómo le impresionó el inicio de la película «Morir en Madrid» que resume la España que se encontró el gobierno de la II República cuando alcanzó el gobierno en 1931.
La II República se proclama el 14 de abril de 1931, cuando Miguel Gila tiene ya 12 años, y así nos cuenta su llegada.
ALFONSO XIII ABANDONA MADRID
Ya estábamos en el mes de marzo, yo cumplí los doce años, luego vendrían las vacaciones, acabaría la cuarta clase y ya me quedarían solamente dos para terminar el colegio y buscar un trabajo en cualquier oficio, que era lo que yo quería y lo que querían en mi casa.
En abril de ese año leímos en el periódico una noticia, que habría de provocar grandes cambios en el país.
«El rey Alfonso XIII ha abandonado Madrid con su familia, rumbo a un puerto del Mediterráneo desde el que se supone saldrá para el extranjero. Aunque no ha abdicado ni renunciado, formalmente al trono. Alfonso XIII antes de partir ha manifestado que acepta la voluntad nacional. El que hasta ahora fue comité revolucionario, compuestpo por Niceto Alcalá Zamorá, Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero, Miguel Maura y algunos otros dirigentes republicanos, se ha erigido en Gobierno provisional de la República. El cambio de régimen, que se ha celebrado en toda España con gran entusiasmo, se ha llevado a cabo sin alteraciones de orden público y sin que haya habido que lamentar incidentes de ninguna clase.«
Había un gran revuelo en las calles, gentes que gritaban.
Los obreros de Boetticher y Navarro abandonaron el trabajo dando vivas a la República. Era el 14 de abril. Hacía un mes que yo había cumplido los doce años, ya solo me faltaban dos para estar entre aquellos obreros, porque mi tío Manoo ya había hablado para que al cumplir los catorce entrara de aprendiz. Uno de los obreros me colgó un letrero al cuello que decía «¡Viva la República!» Nos acercamos hasta la casa de don Niceto Alcalá Zamora, en Martínez Campos casi esquina a Zurbano.
Yo no tenía idea de qué significaba la República, ni de si era buena o mala, pero como vi a los obreros tan contentos imaginé que era buena, y me uní a ellos coreando los gritos y los vivas.
Alcalá Zamora se asomó a uno de los balcones de su casa y desùés de un saludo con la mano, nos dirigió un breve discruso. Desde Ahí nos fuimos a la Puerta del Sol. La Puerta del Sol esaba anbarrotada de gente. Llevaban pancartas que, como en la que a mí me habían colgado del cuello, se leía: «¡Viva la República!»
Ya en el barrio, un grupo de gente me incitó a que pusiera una bandera republicana en la mano de la estatua del general Concha, conmemorativa de la batalla de Castillejos, que está en la Castellana, entre Abascal y María de Molina. Haciendo grandes esfuerzos y ayudado por algunos chicos del barrio, conseguí subir hasta la estatua, pero cuando me deslizaba por el brazo hacia la mano del general, perdí el equilibrio y caí desde aquella altura hasta el suelo, me hice una brecha en la cabeza y me dejé la mitad de un diente en el pedestal de piedra de la estatua. no me maté de milagro, pero me aplaudieron como si hubiera ganado una batalla.
En 1931 el analfabetismo en España era muy superior al de países como Francia o Gran Bretaña.
Recuerdo como mi padre me explicaba que una de las prioridades de la II República fue la construcción de escuelas primarias públicas, para poner fin a una de las lacras de la sociedad española, el elevado analfabetismo que llegaba casi al 50% de la población. A finales de 1932 el ministro de Instrucción Pública, el socialista Fernando de los Ríos, comunicó a las Cortes que se habían construido o habilitado casi 10.000 escuelas.
En la autobiografía de Gila podemos leer:
Se crearon las escuelas de Artes y Oficios nocturnas, como a mi me gustaba mucho el dibujo, me anoté en una de estas escuelas en la calle de la Palma, y aunque a mí el dibujo que me gustaba era el artístico, mi tío Manolo me convenció para que estudiara dibujo lineal, argumentando que cuando empezara a trabajar en Boetticher y Navarro me iba a ser muy útil. Y así fue como todas las tardes, después del colegio, me iba hasta la calle de la Palma a estudiar dibujo lineal.
Miguel Gila en el golpe de estado del 18 de julio de 1936 se alistó con 17 años como miliciano voluntario en el 5º Regimiento para defender a la República. Fue hecho prisionero en diciembre de 1938 con 19 años y sufrió un fusilamiento, del que por fortuna del destino salió vivo. Una vez hecho prisionero pasó por diferentes campos de prisioneros y cárceles, en las que sufriría como tantos republicanos las humillaciones de los fascistas del bando del general Franco.
Entrevista a Miguel Gila por Pablo Lizcano en 1.985. Ver entrevista completa.