Vamos a disfrutar de una gran interpretación de Miguel Gila en uno de sus mejores monologos y además, veremos entre el público a dos grandes Maestros como Fernando Fernán Gómez y a Jesús Hermida casi llorando de risa.
Vídeo del monólogo – De mercenario –
En este vídeo Miguel Gila hila el monólogo - De mercenario - con una parte del monólogo - ¿Es el enemigo? Duración 00:09:58
Texto del monólogo – De mercenario –
Con permiso de ustedes, voy a hacer una llamada muy importante, porque tenemos un follón con la guerra que no nos aclaramos. Y todo lo tengo que hacer yo, el general se pasa el día con los prismáticos diciendo: «¡Huy, cómo está esa! ». Nunca mira para las trincheras, siempre pa los balcones, pero llega la hora de repartir las medallas y todas para él. Empieza: «Dame ésa y ésa y la redonda, ésa no, que la tengo repe, esa».
Yo tengo ésta porque me la dio un cura, dije: «Padre, deme una medallita», le dio pena y me la dio, es de San Antonio, y está dedicada por detrás, dice: «A Gila, con un abrazo de su amigo San Antonio”. Y no será porque, no será porque no me la merezco porque mato yo…, no es por chulearme, pero cómo mato. Un día, en un combate, le pegué un tiro a uno, y dice: «¡Que me has dao!». Y digo: “Pues no seas enemigo. ¿Qué quieres que te dé , un beso en la boca?”.: “Ay Es que me has hecho un agujero”. “Pues ponte un corcho”. Y dijo: ”Y con qué tapo la cantimplora?”. “¡Muérete ya! No ves que estoy avanzando?”. Quería una conversación, que viene el coronel y me ve hablando con el enemigo… Pues tengo un coronel que tiene una… Bueno…
Ahora, también tiene buenos sentimientos. A veces estamos en pleno combate y cruza una viejecita y dice: “¡Alto el fuego!”, y hasta que no cruza la vieja no seguimos disparando.
A mí lo que más me cabrea de las guerras son las broncas que tengo con mi mujer cuando vuelvo. Empieza: “Mira cómo vienes de guarro, que te has ido hecho un pincel y cómo vuelves”. Y digo: “Porque nos tenemos que arrastrar por el barro”. Y dice: “Pues pon periódicos”.
Me gustaría verla a ella arrastrándose por debajo de las alambradas, a ver qué hacía con el culo, que tiene ahí detrás que cuando vamos de excursión, dice la gente: “Que se le cae a su mujer la mochila”, y nunca falta el galante, que dice: “Yo se la levanto”.
Y por si fuera poco, tengo un teniente bizco que me da una vida… Dice: “Yo, donde pongo el ojo, pongo la bala”. Y yo todo el día pendiente. A ver dónde pone este desgraciao el ojo.
Es lo malo que tiene la guerra, que tienen un peligro. Ahora tiene sus ventajas, eh, porque te hinchas a matar, y la policía, nada. Un día maté treinta y tantos, y pasaba la policía y dije: “He sido yo, ¿Qué?”. Y dijeron: “Nada, perdone”. Y dejo el tanque aparcado en doble fila y a ver si se lo lleva la grúa, anda: “le meto un cañonazo en la gorra que…
O sea, que la guerra tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Yo ya no trabajo pa la patria, porque es muy aburrido, te tienen todo el año haciendo la instrucción, pa luego desfilar media hora. Trabajo pa los Estados Unidos. Bah, no soy fijo, les hago chapuzas, me mandan al Líbano, luego pal Kuwai ese, ahora salgo… Me pagan a ocho dólares el muerto, y devolviendo el casco, tres dólares más. Los chinos los pagan más baratos, como hay tantos. Bueno, yo a los chinos ni les mato, les hago: “¡Ajjjjjj!”, y les meto un susto que… Que el susto no lo pagan, pero te diviertes… Lo malo de los chinos es que como son todos iguales, pues si no te fijas bien, matas seis veces al mismo.
– Señorita, quiero hablar con los Estados Unidos…
-No, con todos no, con uno., con Washington.
– Pues no sé el número, búsquelo en la guía en la letra “gua”.
Voy a ver si puedo hablar con el Clinton este.
-Clintooon, ¿cómo te va?
-Bueno, acabas de empezar, de momento.
-Bueno, oye, que he terminao lo del Líbano, y ahora pa dónde voy. ¿Cómo está lo del Sadam Jusin.
-¿Quieres que te lo arregle yo?
-Déjame que le llame yo
-¿El Sadam Jusein? ¡Que se ponga!
-OYE TÚ, a ver si, a ver si paras de una vez porque…
-Te estoy hablando en nombre de los Estados Unidos de América, o sea, o sea que
-UY, UY que no me conoces a mí, UY cómo vaya yo. Has tenido suerte porque ya no está de ministro el Serra, porque hace dos años te mandó dos braguetas y una corbata, dos fragatas y una corbeta y qué EH!
-Bueno, ya te lo aviso ¡Eh! Ojo con cruzar el paralelo…
-No sé cuál. El paralelo. Tú ya sabes lo que te digo. Yo si quieres hablo con el Clinton y te lo arreglo, pero por las buenas ¡EH! No me hagas a mí, bueno, uhmm, ay.. Entro yo con la bayoneta ahí, y hago un pincho moruno en un momento.
-Bueno, pues pórtate bien.
Este, ehh… Qué se ha creído. Tenemos nosotros los portaviones esos que buah.
-Con la fábrica de armas. Con el señor Emilio el ingeniero.
-Señor Emilio, que le llamo para un asunto de reclamaciones. ´
-Que de los seis cañones que mandaron ayer, vienen dos sin agujero.
-Pues estamos disparando con la bala por fuera.
-O sea al mismo tiempo que uno aprieta el gatillo, otro corre con la bala.
-Claro, pero…
-Sí, sí, pero se cansa y la suelta, y no sabemos dónde, como no vuelve.
-Otra cosa, el submarino que mandaron el martes, de color divino, pero no flota.
-Nada, lo echamos al fondo del mar, después de comer y todavía no ha subido.
-No me digas que era un barco.
-Pues nos costó un trabajo hundirlo.
-Pero con una cosa de ese precio, se manda por lo menos un folleto.
-¿A cómo están las ametralladoras?
-Y ¿comprando dos?
-Pues no tenemos, estamos usando un fusil normal y lo dispara un tartamudo.
-Y tampoco tenemos tanques. Nada un seiscientos con un enano y en lugar de disparar insulta.
-Bueno, no mata, pero desmoraliza.
-Y en aviación nos quedan tres paracaidistas porque como valen solo para una vez, lo tiramos sin paracaídas.
-Bueno y .. no, mándeme los agujeros del cañón solo.
Jo cómo se ha puesto la guerra. Lo que tiene que costar una cabeza nuclear. Bueno, te piden ya por una cabeza de ajos ochocientas, fíjate la nuclear.
Y digo yo, es mejor la de ajos, porque repite.
¿Es el enemigo? Esto, ¿Podrían para ustedes la guerra un momento?
-Que se nos ha atrancao el cañón.
-El teniente que ha metido la cabeza pa dentro, pa ver si estaba limpio y ahora le pillan las orejas a contrapelo y no sale.
-Está vivo, si patalea.
-Yo creo que disparando se desatranca.
-Otra cosa, ayer estuvo aquí el espía de ustedes.
-Agustín, uno bajito, que se viste de lagarterana.
-Bueno, que se ha llevao los mapas del polvorín, que los traiga, que solo tenemos esos.
-Y ¿ustedes piensan atacar mañana? ¿el domingo? ¿a qué hora?
-Jo a las siete estamos todos acostaos.
-Y ¿no pueden avanzar por la tarde, después del fútbol?
-Y ¿van a venir muchos?
-Yo no sé si va a haber balas para tantos.
-Bueno, nosotros las disparamos y ustedes se la reparten.
-De acuerdo.
-Que usted lo mate bien. Adiós, adiós.
Curiosidades: San Antonio
Miguel Gila en el monólogo nos cuenta como un cura le regaló una medalla de San Antonio. En mi opinión San Antonio no está elegido al azar, lo que demuestra una vez más que Gila se tomaba el humor muy en serio, cuidando hasta el último detalle, ya que San Antonio de Padua es conocido porque su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX.
Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de su lengua, lo que provocó una nueva oleada de devoción y la admiración que incluyó a personalidades como Buenaventura de Fidanza.
El 16 de enero de 1946, el papa Pío XII proclamó a san Antonio «Doctor de la Iglesia», bajo el título especial de «Doctor evangélico».