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Reflexiones de Gila sobre el humor

Reflexiones de Gila sobre el humor

Cuando Gila cumple más 50 años de profesión como humorista escribe el libro de relatos cortos en 1994: Yo muy bien, ¿y usted? en el que tras un cariñoso e inigualable prólogo escrito por su primo, el Gregorio, nos sorprende con una maravillosa «Carta a los lectores» en la que Gila hace unas reflexiones realmente interesantes sobre la función del humor en la sociedad.

El libro comienza con una dedicatoria que dice así:

A todos los humoristas del mundo,

menos a algunos.

Este es un libro que se puede leer en cualquier momento, pero es especialmente recomendable releerlo esos días que estamos de bajón ;)

Precisamente Yo muy bien, ¿y usted?  es uno de los libros en los que se ha basado el cómico Pepe Garamendy para crear su creativo espectáculo «Gila Gran Reserva» inspirado en diferentes relatos cortos de Gila.

La»carta a los lectores» del libro «Yo muy bien, ¿y usted?» creo que es de obligada lectura para los profesionales que se inician o ya son profesionales del humor, pues encontrarán un gran «confort» después de leerla, y además Gila les dedica a ellos este libro ;)

Carta a los lectores

Queridos lectores:

Mucho me alegraré que al haber comprado este libro se encuentren bien en compañía de su familia o de quien sea, que a veces la familia sólo sirve para dar la tabarra. Up estoy muy bien, gracias a Dios y a unas pastillas que me recetó mi médico, el doctor *Carbó.

La presente es para comunicarles que este libro lo he escrito para que ustedes se rían, y les pido por favor que lo hagan, porque si no se ríen me voy a llevar un disgusto muy gordo y yo ya no estoy para disgustos.

Lo que van a leer son cosas que he escrito observando a la gente y su comportamiento.

Después de cincuenta años haciendo humor, me planteo siempre la misma pregunta: ¿lo que yo hago sirve realmente para algo? Digo esto porque mi abuelo, que era ebanista, hacía una mesa y esa mesa servía par comer, para estudiar, para jugar a las cartas o para colocar sobre ella un jarrón con flores y para docenas de cosas más, pero lo que yo hago, ¿para qué sirve? Me dicen mis amigos, la gente que me quiere, que lo que yo hago es muy importante, que debería estar muy satisfecho con esta mi profesión, ya que, en el mundo que nos ha tocado vivir, a través de los medios de comunicación solamente nos llegan ntoicias que nos indigestan las comidas. Es posible, pero con mi humor ¿he conseguido que se acaben las guerras?, ¿he conseguido igualar a los que mandan con los que obedecen?, ¿he conseguido que miles de niños del tercer mundo no mueran de hambre? Confieso que me siento incapaz de saber si lo que yo hago sirve realmente para algo. Pero si durante la lectura de este libro sienten necesidad de reír, me doy por satisfecho.

Para combatir tantos males que afectan al mundo tan sólo dispongo de un arma, que es el humor. 

No es de ninguna manera comparable a los misiles o a los gases letales, pero con el humor trato de combatir contra esa gente que nos complica la vida, a veces con una estupidez que nos impide ser felices.

Les confieso que después de tantos años de hacer humor en televisión, en el cine, en los escenarios, y después de muchos años de dibujar y de escribir en La Codorniz y, más tarde, en Hermano Lobo y en algunas otras publicaciones,

ya no sé si soy un dibujante que escribe, un actor que dibuja o un escritor que actúa.

De cualquier manera, lo que van a leer, si es que lo leen (que supongo que sí, porque si no lo van a leer ¿para qué puñeta se van a comprar un libro?), está basado en lo cotidiano, en lo que nos rodea cada día.

El mundo está loco, pero la risa es la mejor terapia para salir de esa enfermedad contagiosa en la que nos quieren meter los políticos y los gobernantes.

Es importante que les diga que si al final del libro no se han reído, les devuelvo su tristeza.

Y sin otro particular, reciban un abrazo de su amigo.

Gila.

*El Doctor Carbó, era en la realidad el médico de Gila en Barcelona.

Más declaraciones de Gila sobre el humor

Aunque este artículo se centra en el libro «Yo muy bien, ¿y usted?» he creído oportuno incluir unas declaraciones que hizo Gila sobre el humor en 1999 en un artículo de la revista Perfiles de la (ONCE) «El humor beneficia seriamente la salud«. En este artículo podíamos leer:

La ONCE va a aprovechar la presentación de su nuevo folleto DÉJATE GUIAR, ilustrado por Antonio Mingote, para organizar un acto que pretende de encuentro de los más destacados profesionales españoles del humor. Su objeto, reflexionar sobre el valor de la sonrisa como instrumento para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, más solidaria, en definitiva, una sociedad mejor. Y reivindicar estos valores sin perder el de la alegría. Con el mejor de los ánimos, PERFILES se anticipa a esta cita y presenta los puntos de vista y las ilustraciones de un ramillete de los más destacados humoristas de nuestro país.

En este artículo había un destacado que decía:

El «mejor humor» ha estado siempre al lado de las causas justas, como una de las herramientas más eficaces para sensibilizar a la sociedad.

Diferentes humoristas daban su opinión sobre la función del humor en la sociedad, y así hablaba Gila: 

“Siempre he creído que el humor es la mejor terapia para la mente. Pienso que es un buen instrumento, no ya para solucionar los problemas sociales actuales, pero sí para ponerlos de manifiesto, para que la gente tome conciencia de que existen.”

Por cierto, quiero dar las gracias a la revista PERFILES de la ONCE por hacerme llegar el documento del que he extraído algunos textos ;)

El libro

El libro «Yo muy bien, ¿y usted?» está dividido en cuatro partes:

Primera parte: Esas cosas que pasan y que creíamos que no podían pasar.

Como podrán observar los lectores, esta primera parte se compone de ¿cómo les diría yo?, como si dijéramos de una especie de cuentos que están sacados de la vida real, tomados de esas cosas que pasan y que creíamos que no podían pasar. Cosas que no salen en los periódicos, porque los periódicos siempre están hablando de los ministros y del tráfico de influencias y del acoso sexual y del superávit y de todas esas cosas tan aburridas. Lo que les cuento en esta primera parte son cosas ciertas, algunas las he vivido yo directamente y otras les han pasado a algunos conocidos míos.

Yo les diría que de vez  en cuando apaguen la televisión y enciendan un libro.

Segunda parte: Diálogos que alguna vez escuché.

Como he oído decir que nunca segundas partes fueron buenas, yo escribí esta segunda parte antes que la primera, de esa manera no corría el riesgo de que la segunda parte fuese mala, luego lo único que tuve que hacer fue poner la primera parte antes dque la segunda y así fue como esta segunda parte del libro me quedó, yo diría que simpática. En esta segunda parte trato de reflejar dia´logos que alguna vez escuché y que son de un realismo que ni les cuento. Puede que entre los diálogos haya algún monólogo. Nadie es perfecto. Es más, si no les gustan estos diálogos están en su perfecto derecho de silbarme. Y ahora les voy a hacer una pregunta, pero no me contesten hasta después de la publicidad: ¿ lo están pasando bien? No me consten ahora, háganlo después de la publicidad.

PUBLICIDAD: De vez en cuando apague la televisión y encienda un libro.

Ya pueden contestar. Repito la pregunta: ¿lo están pasando bien? Como yo no les puedo oír, porque a lo mejor están ustedes leyendo este libro en Logroño o en Alcalá de Henares, denle la respuesta a la persona que esté junto a ustedes, no importa si es un familiar o un amigo.

Tercera parte: Doña Soledad cumple cien años.

Para esta tercera parte pensaba escribir una novela titulada Cien años de soledad, pero un amigo mío de la infancia me dijo que esa ya la había escrito un tal Gabriel García Márquez, así que desistí. Aunque después de leer la novela de Gabriel García Márquez me arrepentí de no haberla escrito, porque la novela que yo quería escribir no tenía nada que ver con la del tal Gabriel García Márquez. Era la historia de una ancianita que se llamaba Soledad y había cumplido cien años y venían a su cumpleaños los hijos y los nietos y los biznietos y se peleaban por la herencia y uno de los nietos mataba a su mujer porque le había dicho a doña Soledad que ya estaba bien de cumplir años y que hiciera el favor de morirse para poder cobrar la herencia. En fin, era otra cosa distinta. De haberla escrito, con haberle cambiado el título la cosa hubiera quedado resuelta; con haberla titulado Doña Soledad cumple cien años mi novela hubiera salido adelante, pero no fue así.

En vista de esto, escribí algunos cuentos más, que son los que conforman esta tercer parte. Y me van a perdonar que insista, pero de vez en cuando apaguen la televisión y enciendan un libro.

Cuarta parte: Cuatro dramas para llorar a moco tendido.

Desde hace mucho tiempo se viene hablando de la crisis del teatro, de que ya nos e hace el teatro ques e hacía antes, de que si el teatro está a punto de desaparecer, que la culpa la tiene la televisión porque la gente prefiere quedarse en casa, que si tieen miedo a salir de noche porque hay mucha delincuencia y que si esto y que si aquello. Entiendo que la gente haga estas reflexiones, porque la calle está cada día más peligrosa.

Como yo sé que hay mucha gente a la que le gusta el teatro, pero que no va por las distintas razones que señalaba anteriormente, les quiero llevar hasta sus hogares (podía haber puesto hasta sus casas, pero me parece mucho más tierna la palabra hogar que la palabra casa. La palabra hogar contiene un no sé qué de calor familiar, mientras que la palabra casa es como que en ella están implicados todos los vecinos, hasta los que cuando entramos en el ascensor dicen: «¡Vaya, éramos pocos y parió la abuela!») pues bien, como les decía, pensando en esa gente que les gusta el teatro pero que no van, me he permitido llevarles hasta su hogar cuatro obras breves de teatro que, contrariamente a lo que debe ser un libro de humor, son obras llenas de dramatismo. Les pido disculpas, pero cuando escribo, más que con la cabeza lo hago con el corazón, de ahí que posiblemente estos dramas les llenen los ojos de lágrimas. Les pido disculpas de antemano.

 

 

La Medalla. Historia dramática del soldado Vicente” es uno de los relatos que pertenece a esta cuarta parte del libro ¿Yo muy bien y usted?. Gila lo convirtió en un corto de animación y humor con alegato antibelicista dentro de la película HISTORIAS DE AMOR Y MASACRE.

La película está dirigida por Jorge Amorós “Ja” en 1979, y tiene el mérito y particularidad de ser la primera película de animación dirigida a adultos que se hizo en España.

La película completa HISTORIAS DE AMOR Y MASACRE cuenta con siete historias basadas en los diseños de autores que publicaban en revistas satíricas y de humor como “El Papus” (Cuya editorial produjo el largo) y a otras publicaciones como “Hermano Lobo”, “El Jueves” o “Por Favor” .

Los Guiones pertenecen a: Jordi Amorós “Ja”, El Perich, Óscar, Fer, Miguel Gila, Chumy Chúmez, El Vallés e Ivá.

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