En este artículo con vídeo descubrirás el porqué de las famosas viñetas sobre fusilamientos de Miguel Gila. Solo alguien que ha estado frente a un pelotón de fusilamiento y ha salido vivo y además, ha vivido los tiempos de la Guerra Civil Española y los principios de la posguerra en los que los fusilamientos a pie de fosa y sin juicio previo era algo habitual, nos puede hacer reír con viñetas surrealistas y absurdas de fusilamientos como las que podemos ver en el siguiente vídeo, donde deja patente como utiliza el humor para reírse de su propio destino y el de toda su generación ;)
En su libro “Entonces nací yo” en el capítulo MEMORIAS PARA DESMEMORIADOS, entre otros hechos relata como tras haber sido hecho prisionero por el ejército rebelde del general Franco, tras un fallido fusilamiento llevado a cabo por los moros de la 13ª División del general Yagüe, milagrosamente conseguiría sobrevivir. Esto ocurría en diciembre del año 1938.
Como podréis ver en el vídeo del final del artículo, sobre la masacre de Badajoz, el hecho de sobrevivir a la locura de los fusilamientos que tuvieron lugar durante la Guerra Civil Española, aunque fueron hechos aislados, lógicamente, fueron unos cuantos.
MEMORIAS PARA DESMEMORIADOS
«Cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.
La guerra ha terminado.
Burgos, 1 de abril de 1939. Año de la victoria.
El generalísimo Franco»
Bajé del camión que traía del campo de prisioneros de Valsequillo en la provincia de Córdoba y tomé el metro que me llevaría a mi casa. En algunas ventanillas habían colocado unos letreros que decían: “Nada tienen que temer ni aun aquellos que influenciados por la propaganda marxista lucharon como voluntarios en las filas del ejército rojo.”
Aquellos letreros me dieron cierta tranquilidad. Cuando me pusieron en libertad hacía cerca de un mes que había terminado la guerra, y varios desde que en El Viso de los Pedroches me hicieron prisionero los moros de la 13ª División del general Yagüe. Esto ocurría en diciembre del año 1938.
Los moros nos quitaron las cazadoras o los tabardos, la manta y las botas, luego nos ordenaron sentarnos en el suelo, bajo la lluvia. Una mujer, que tendría unos treinta años, salió de una casa gritando vivas a Franco, los moros llegaron hasta ella, la metieron en una casa y sus vivas a Franco se convirtieron en gritos desgarradores. Instantes después, los moros salían satisfechos, habían violado a la mujer y llevaban en las manos gallinas, botellas de vino y algunos objetos robados con el “Abrete Sésamo” de los vencedores de batallas. Dicen, o decían, nunca supe si esto era cierto o no, que los mandos de la división del general Yagüe, cuando sus tropas tomaban un pueblo les daban veinte minutos para apropiarse del botín que encontrasen en el lugar conquistado. Ni lo puedo asegurar ni lo puedo desmentir, me limito a contar lo que oí decir. Lo de la violación lo puedo afirmar porque los moros nos ordenaron que nos levantásemos y nos encerraron en la misma casa de aquella mujer que había gritado los vivas a Franco y que, aterrorizada y con sus ropas desgarradas, lloraba sentada sobre la cama en que los moros habían abusado de ella.
En el corral de la casa había un pozo, pero el agua estaba estancada y verdosa. Con tres cantimploras en la mano, me acerqué al moro que vigilaba la entrada y le rogué que me dejara salir a buscar agua. El moro sin decir ni una palabra me golpeó con la culata de su fusil en una cadera. Fue un golpe dado con saña, que me produjo un dolor tremendo. Desistí en mi petición y volví de nuevo al corral de la casa. A los pocos instantes de haber recibido el golpe en el costado me brotó un hematoma de un color morado. Recordé la gangrena que había causado la muerte de mi padre por un golpe en el mismo lugar donde el moro me había goleado y pensé que, tal vez, mi muerte iba a ser igual a la suya. Pensaba si el destino no me habría buscado la misma forma y la misma edad para morir. No le tenía miedo a la muerte. Estaba tan agotado, tan devorado por los piojos, por el hambre, el frío, el cansancio y la sed, que morir podría ser una liberación.
Como la sed iba en aumento no tuvimos otra opción que beber agua del pozo, nos quitamos los cinturones, los unimos uno con otro y conseguimos que la cantimplora llegara hasta el fondo. Bebimos el agua y a los pocos minutos nos retorcíamos de dolores en el estómago. El dolor nos duró tan solo un par de horas. Cuando estaba por anochecer, los moros nos sacaron de la casa y nos empujaron hasta un descampado a las afueras del pueblo. Ya nos habían despojado de la ropa de abrigo.
Nos fusilaron al anochecer, nos fusilaron mal.
El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas con el ya mencionado «ábrete Sésamo» de los vencedores de batallas. El frío y la lluvia calaba los huesos. Y allí mismo, delante de un pequeño terraplén y sin la formalidad de un fusilamiento, sin esa voz de mando que grita: «¡Apunten! ¡Fuego!», apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros. Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre. Las gallinas tuvieron poco tiempo para respirar, el que emplearon los del piquete de ejecución en apretar sus gatillos. Y sobre la tierra empapada por la lluvia nuestros cuerpos agotados de luchar día a día.
Catorce madres esperando el regreso de catorce hijos. No hubo tiro de gracia. Por mi cara corría la sangre de aquellos hombres jóvenes, ya con el miedo y el cansancio absorbidos por la muerte. Por las manos de los moros corría la sangre de las gallinas que acababan de degollar. Hasta mis oídos llegaban las carcajadas de los verdugos mezcladas con el gemido apagado de uno de los hombres abatidos. Ellos, los verdugos, bañaban su garganta con vino, la mía estaba seca por el terror. No puedo calcular el tiempo que permanecí inmóvil. Los moros, después de asar y comerse las gallinas, se fueron. Estaba amaneciendo.
La muerte en las guerras tiene mucho trabajo. La muerte en las guerras nunca tiene prisa. Se lleva a unos y deja a otros para más adelante. Me dejó a mí y dejó al cabo Villegas. De mí no se llevó nada, del cabo Villegas se llevó una pierna, la izquierda. Sangraba abundantemente, me arranqué una manga de la camisa y le hice con ella un torniquete a la altura del muslo…
En la autobiografía de Gila me llama la atención que apenas hace mención de hechos de la Guerra Civil Española, salvo los que le conciernen personalmente, y los que tuvieron lugar en el GENOCIDIO DE BADAJOZ. Tras estos párrafos de Gila os dejo un vídeo de Televisión Española realmente interesante sobre la MASACRE DE BADAJOZ que llevaron bajo el mando del coronel Juan Yagüe, quien, tras la guerra civil, fue nombrado ministro del Aire por el general Franco. A partir de estos hechos, Yagüe fue popularmente conocido como el Carnicero de Badajoz.
Así lo cuenta Gila:
Dos mil republicanos fueron ejecutados en la plaza de toros de Badajoz durante la primera semana del dominio franquista. Aunque esta cifra ha sido confirmada por muchas fuentes, me inclino por la más digna de crédito, la de Thomas Whitaker, que actuaba como corresponsal durante los primeros meses de la guerra, junto a las tropas del General Franco.
Cuando Whitaker hizo una observación sobre aquellos fusilamientos, el propio General Yagüe respondió: «Naturalmente que los hemos fusilado! ¿Qué suponía usted? ¿Que iba a llevar los mil prisioneros con mi columna teniendo que avanzar a contrarreloj? ¿O iba a dejarlos en la retaguardia para que Badajoz fuese rojo otra vez?»
De todos los datos recogidos por los historiadores, periodistas y escritores tomo el que contiene la cifra menor, el del escritor Hugh Thomas que se inclina a la indulgencia ala hora de calcular las muertes cometidas por la dictadura franquista. Este escritor, tras minuciosas averiguaciones, considera que en los nueve meses comprendidos entre el 1 de abril y el 31 de diciembre de 1939, las fuerzas del gobierno de la dictadura ejecutaron a nueve mil personas.
Dentro vídeo: «Fusilamientos de risa» Gila #3
Recopilatorio de viñetas de fusilamientos de Miguel Gila.
Artículos con vídeos y chistes gráficos de Miguel Gila
- Miguel Gila el mejor humorista de chistes gráficos que se ha producido en España después de la Guerra Civil Española – Vídeo #1
- Chistes Gráficos de Miguel Gila – Viñetas y recopilatorio en Vídeo #2
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Fuentes y enlaces de interés
- Gran artículo de El Diario de Extremadura: Badajoz, agosto de 1936, la alondra ensangrentada
- Y entonces nací yo. Memorias para desmemoriados de Miguel Gila.ISBN: 84-7880-503-6.
- Viñetas de: La Codorniz, Hermano Lobo y El Periódico
- jrmora.com
- todoslosrostros.blogspot.com.es